La afirmación de que Chile tiene condiciones privilegiadas para la producción de hidrógeno ecológico se basa en los bajos precios de la electricidad (necesarios para la electrólisis) que pueden alcanzar las plantas fotovoltaicas y eólicas. También podemos añadir el potencial de energía mareomotriz y geotérmica que tiene nuestro país.

Actualmente, Chile no se encuentra entre los países que han realizado avances significativos en la producción de hidrógeno. De hecho, en la actualidad sólo se utiliza hidrógeno gris para el refinado de combustibles fósiles, sobre todo a través de una filial de la petrolera estatal ENAP. A pesar de lo anterior, hay una serie de proyectos que están siendo desarrollados por consorcios empresariales apoyados por CORFO para reequipar los motores de los camiones mineros para el uso mixto de combustibles fósiles e hidrógeno.

Los actores privados, por otra parte, podrían tratar de convertir las industrias de combustibles fósiles, especialmente en zonas saturadas e incluso inactivas, para que utilicen el hidrógeno como nueva fuente de energía. El uso industrial del hidrógeno no sólo mejoraría las condiciones ambientales y, por tanto, la aceptación pública, sino que también permitiría a estas industrias quedar exentas del pago de impuestos ambientales y de las costosas inversiones necesarias para cumplir los instrumentos de planificación ambiental. Entre las industrias de las zonas saturadas y latentes se encuentran varias centrales eléctricas de carbón que están sujetas a un régimen de cierre programado. La reconversión de estas plantas sin dejar de utilizar la infraestructura existente permitirá a las empresas generadoras ahorrar millones de dólares en costes de cierre.

La construcción de centrales de hidrógeno también sería muy útil para desarrollar otras fuentes de energía, en particular la energía solar y eólica intermitente. Si las centrales solares y eólicas se combinaran con una planta de hidrógeno, podrían aumentar conjuntamente su eficiencia y la seguridad del sistema eléctrico, maximizar la capacidad de transmisión disponible en la red e incluso participar en las licitaciones de servicios auxiliares. En este sentido, es totalmente plausible argumentar que, tras la reciente entrada en vigor de un nuevo reglamento, el mercado de servicios auxiliares podría ser más competitivo con el desarrollo de las centrales de hidrógeno.

Por último, creemos que el desarrollo/despliegue comercial de las pilas de combustible de hidrógeno residenciales supondría una importante contribución al suministro de energía en zonas donde no se dispone de líneas de distribución. No cabe duda de que el desarrollo de una industria verde del hidrógeno permitirá a Chile y al mundo disponer de una fuente de energía respetuosa con el medio ambiente, producida en gran medida por los consumidores y las comunidades locales, y contribuirá a la independencia energética de nuestra sociedad.