En Hungria puede optar por el gas, para el que Hungría cuenta con una importante infraestructura, al menos para el GLP. Se trata de un acrónimo de gas licuado de petróleo, un compuesto similar al propano-butano conocido en las botellas domésticas, almacenado en forma licuada. Entre las ventajas se encuentra un funcionamiento más limpio: un 80% menos de monóxido de nitrógeno y entre un 10% y un 15% menos de dióxido de carbono salen del escape de un motor de GLP que de uno de gasolina, y el ciclo de cambio de aceite y la vida útil del catalizador aumentan.

Desde que entró en vigor la nueva Orden de Seguridad contra Incendios del Ministerio del Interior de Hungria, finalmente no se prohíbe el uso de coches de gas en garajes subterráneos si se instala una válvula de seguridad en el sistema, adaptandose a la normativa europea. Por supuesto, la mayor ventaja del sistema es que el autogas es más barato por litro que la gasolina, lo que significa un rápido retorno de la inversión incluso con consumo adicional.

Si bien Hungria tiene larga tradición de uso del GLP en automoción, las dudas sobre su futuro en el país son importantes por la politica de incremento de impuestos mantenida por el Gobierno. No menos cierto es que Hungria se ha incorporado decididamente a la producción de Bio-GLP que podría suponer un importante aumento de consumo de este carburante

En Hungria hay actualmente 574 estaciones de servicio que ofrecen GLP para la venta al público, una red que asegura un suministro sin problemas en cualquier punto del pais.