Al principio, se trataba de vehículos propulsados por hidrógeno: coches, autobuses y camiones cuyos motores eléctricos funcionan con la electricidad derivada de este gas, que sólo emite vapor de agua al funcionar, sin emitir gases nocivos al aire.

El desarrollo de esta tecnología automovilística va acompañado en la actualidad del desarrollo de redes de estaciones de servicio de hidrógeno o plantas de hidrógeno que suministran el combustible para esta nueva generación de vehículos, que están funcionando en algunos países de América, Europa y Asia.

La infraestructura de combustible para coches y otros FCEV se ha ido ampliando lenta pero constantemente en los últimos años. En 2010, la primera estación permanente de hidrógeno para autobuses empezó a funcionar en Londres, en 2012 Shell amplió su red en Alemania construyendo una estación en Hamburgo, y en 2015 empezó a funcionar una estación de hidrógeno con energía solar cerca de la ciudad de Dheli, en la India.

Según Carburos Metálicos (CM), que forma parte de Air Products, líder en estaciones de servicio de hidrógeno, en 2015 se inició la construcción de una red de 19 estaciones de servicio de hidrógeno para vehículos eléctricos de pila de combustible en California (Estados Unidos), que se suman a las nueve estaciones de hidrógeno existentes y a otras nueve en construcción. En las estaciones de servicio de hidrógeno, el gas pasa por unos compresores que lo comprimen y lo dirigen a un depósito de alta presión, desde donde entra en unos surtidores que permiten a los vehículos llenar sus depósitos, explica CM. El hidrógeno se comprime y almacena en una estación de servicio a unos 483 bares, y los coches se abastecen de hidrógeno a una alta presión de 250-350 bares, según la misma fuente.